Elegir es creer. Elegir es querer. Elegir es compromiso y es opción. Creer es futuro. Querer es poder. Compromiso es valor y opción es amplitud.
En todo momento, en todo ámbito, la elección es constante. Un camino entre muchos, una opción entre varias, una posición con respecto a algunos agentes antagónicos son situaciones cotidianas, de la vida real, que nos obligan a pensar, reflexionar, a investigar.
Ganar o perder. Victoria y fracaso. Triunfo y derrota. Los polos opuestos son modelos que se presentan como ley que debemos aprehender para justificar nuestras actitudes, decisiones, conductas para dirigirnos en este sinuoso camino de la vida.
Observamos que un partido político se impuso a otro por estrecho margen. Que aquel que no aparecía en los sondeos, alcanzo un exitoso 5to lugar y que ese que se presentaba como dominador absoluto, debe conciliar el sueño con alguna pequeña ayuda de sus amigos.
Pero nuestros ojos deben distinguir entre realidad y fantasía. Porque fantasía es para el mundo de personas que corono a un dirigente y realidad es para los pocos que creemos que el único ganador fue el faltazo.
Los hombres no somos números. Las cifras son para los matemáticos y físicos, para economistas y contadores. Pero como solía escuchársele decir a un viejo político: la única verdad es la realidad. Y la realidad indica que el partido político hoy conocido como Apatía electoral obtuvo 44 bancas.
No es necesario detenerse en grandes análisis cuantitativos pero si comprender esta regla de 3 simple que nuestras maestras se encargaron de enseñarnos con gran esmero: Si a la totalidad de electores le corresponde 120 diputados, entonces al 63,2% que se presento le corresponde 76. Es decir, si la inasistencia se uniera por ejemplo con algún partido político que obtuvo 17 bancas, podría formar gobierno.
Esta ausencia israelí estuvo anunciada. Porque al fin y al cabo, las direcciones de campaña se concentraron en atraer al publico que se declaraba votante efectivo y no votante potencial.
Los diferentes estímulos externos que recibe el electorado conforma la información. Entonces, estaríamos ante un hecho inédito; O el israelí no quiere (una tragedia para la conciencia cívica) o como aquel viejo humorista, el israelí no puede (Una tragedia para la humanidad). La información es la iniciadora de la causa del proceso de decisión y en este caso, aparentemente, pego un resbalón.
Los resultados que deseamos y los recursos disponibles limitarán los criterios para la elección de la alternativa. Si los resultados son de origen personal y los recursos son un pasquín comprado en el puesto de diarios, entonces, estamos ante la ignorancia inconsciente o peor, la conciente.
Merece un capitulo aparte el Informe de la situación que Víctor Heredia podría cantarnos sobre Israel pero recordar algunos ítems podría darnos una pauta de lo que realmente paso.
Un día feriado en el que el salario se vio duplicado. Un día en el que las urnas estuvieron a disposición del público más horas de las que nos tomamos en el año para hablar con el Creador. Un día martes en el que en muchas ciudades se celebra la jornada trabajando hasta ciertas horas del mediodía, como el mítico barrio del Once un sábado cualquiera.
El 10% de la población israelí se encuentra viviendo en el exterior. La migración continua de jóvenes y profesionales hacia países del viejo continente, las atractivas ofertas que ofrecen los amigos americanos y el verdadero muro que separa a una clase de otra, hace del compromiso un evento terrible.
El crecimiento de la brecha entre ricos en bienes materiales y pobres en riqueza palpable hace del disconformismo un comportamiento cotidiano y abre un abismo (no solo de niveles de consumo) que genera desinterés y resignación.
El compromiso con el sistema bancario es más fuerte que con los aspectos cívicos: el egoísmo, entonces, entra en escena para jugar un papel más que lamentable para un país que se declara solidario. Es suficiente con conservar el famoso y bien ponderado Minus en el banco, la posibilidad de viajar al exterior una o dos veces al año y adquirir algún chiche en alguna tienda dedicada a la electrónica que garantice la satisfacción que los principios de un país no puede.
Hay que pagar un precio. Pero es un valor que Israel descubrirá dentro de algún tiempo, cuando el momento de solución haya desvanecido y el momento de torniquetes haya tomado su lugar.
Las Decisiones son las que denotan la capacidad intelectual de los gestores, la coherencia con los principios que rigen su vida, el cumplimiento de la misión en este mundo y el respeto por el futuro próximo cercano.
Israel debe exigirse valores y autocrítica. Pero en este círculo viciado en el que participan político que no aprenden y ciudadanos que no exigen, será muy difícil que la coherencia triunfe, se imponga.
Una Decisión puede ser mal ó bien interpretada con los riesgos que eso conlleva. Pero lo más importante es que esa decisión esté fundamentada aun cuando existan elementos racionales e irracionales.
Readaptando la vieja película italiana: Algo pasó camino al foro, Israel llega a este 2006 con más dudas que certezas. Militares manejando carteras de transportes, Ingenieros supervisando a los servicios de seguridad, relegando de las actividades religiosas a quienes hoy aceptan las migas en Medio Ambiente.
El liderazgo político, que merece un capitulo aparte esta golpeado. Pero atención: No podemos hacer que Cambalache reemplace al Hatikva, ni debatir en la Kneset si este debería ser cambiado por algún otro que involucre a todos porque en este país de Olim, si cada estrofa recitara la cualidad de algún grupo étnico, entonces cantaríamos 150 días seguidos.
Decidir implica ganancias y pérdidas. Implica oportunidades y riesgos. El error está presente siempre pero aquella persona que respete sus principios y sepa que la información y su interpretación son lo más valioso que tiene se equivocará menos y los resultados serán más beneficiosos.
Uriel Entenberg
Israel
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