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Periódico Judío Independiente
Irak y los palestinos en el ojo de la tormenta.
“Furia Fantasma” tras la muerte de Arafat

Por Alejandro Wenger
Especial para Comunidades

El 11-11, se anunció oficialmente lo que era un secreto a gritos: la muerte del líder terrorista Yasser Arafat, líder de Al Fatah, de la OLP, y presidente de la Autoridad Nacional Palestina desde la época de oro de los Acuerdos de Oslo. En las jornadas previas al anuncio, así como en las posteriores, tuvo lugar una concatenación de hechos que pueden, por sí solos, alterar de manera dramática el “status quo” que el Medio Oriente ha venido presentando por décadas.


“Furia Fantasma”

Operación “Furia Fantasma”. Tal el nombre clave del asalto militar norteamericano contra los enclaves de la “resistencia” iraquí en Fallujah, ciudad ubicada en el corazón del Triángulo Sunnita del centro de Irak. El ataque fue lanzado por 8 batallones norteamericanos y 2 batallones iraquíes leales al premier Allawi, y fue precedido por un doble cerco alrededor de la ciudad –de la que habían huido la mayoría de los civiles-. El presidente Bush había demorado su ejecución al menos 2 semanas en relación al cronograma del Pentágono, a la espera del resultado electoral. Luego de 6 días de enfrentamientos, en el que fue considerado el mayor combate urbano desde la Guerra de Vietnam, los americanos y sus aliados habían eliminado a unos 1200 efectivos que respondían al líder terrorista Abu Musab Al Zarqawi –hombre de Al Qaeda-, además de haber capturado a 200 y embolsado a otros 400 . Aunque en Washington se anunció que entre las bajas enemigas había “combatientes extranjeros”, sin dar más detalles, fuentes cercanas al Pentágono informaban extraoficialmente que al menos 100 muertos serían chechenos, probablemente reclutados por Al Qaeda, y un número no precisado serían sirios, estos últimos pertenecientes a las fuerzas especiales de dicho país. Violentos choques armados estallaron también en Mosul y otras poblaciones más pequeñas, entre los rebeldes y la policía militarizada iraquí, apoyados por efectivos norteamericanos.

La iniciativa militar norteamericana responde a una necesidad política: despejar el camino de terroristas de cara a las elecciones irakíes previstas para enero. Si tienen éxito y logran neutralizar a los terroristas, aunque sea en parte, se abriría una era de cambios profundos en el seno de un país central en el mundo árabe-islámico, como lo es Irak. Un triunfo electoral de los candidatos de la mayoría chiíta, bajo el liderazgo espiritual del ayatollah Sistani, hasta ahora firme aliado de Washington, podría tener lugar no sólo por a la superioridad numérica de los chiítas, sino también por el previsible boicot de los sunnitas al acto eleccionario. Eventualmente, el norte iraquí, con predominio kurdo, así como el sur, con predominio chiíta, podrían evolucionar a partir de los comicios hacia una autonomía regional, y tal vez incluso a la independencia. En efecto: puesto que los recursos petroleros se hallan en el sur y el norte de Irak –no en el centro- sería preferible una partición que permitiera a kurdos y chiítas establecer regímenes relativamente estables, en tanto que la presencia norteamericana y la de sus aliados se limitaría a la convulsionada región central, donde se halla el Triángulo Sunnita. Una “ingeniería política” de tal magnitud sería el fenómeno más revolucionario en el Medio Oriente en por lo menos medio siglo.


La muerte de Arafat.

Yasser Arafat siempre fue un hombre lleno de paradojas. Se decía “palestino”, pero era egipcio. Se decía “refugiado”, pero jamás se refugió de nada. Se decía “revolucionario”, pero era un hombre de negocios de una fortuna incalculable. Se decía “hombre de la paz”, pero alimentaba el terrorismo. Su muerte no podía ocurrir de otra manera: llena de dudas y contradicciones. Desde la extravagante teoría del envenenamiento, a la curiosa posibilidad de que tuviera SIDA, todas las alternativas han sido barajadas mientras las causas verdaderas de su deceso permanecen bajo un manto de misterio. Lo que sí queda en claro es que su desaparición de la escena política, hegemónica en el mundo palestino, abre las puertas a la posibilidad de una negociación seria como nunca antes la hubo. Y también que existen importantes fuerzas dispuestas a impedirlo.

El atentado del domingo 14-11 fue muestra de ello. En medio del homenaje a Arafat, montado en Gaza por Al Fatah, en donde cada facción palestina participó con sus líderes y su propia milicia armada, un grupo de hombres armados que practicaba la extraña costumbre árabe de disparar al aire en los actos públicos, decidió, en un momento dado, apuntar sus fusiles Kalashnikov no hacia arriba, sino hacia delante, en dirección a Abu Mazen, presidente provisorio, y Muhammad Dahlan, hombre fuerte de Al Fatah en Gaza y encargado de la seguridad del evento. Tanto uno como otro fueron evacuados con prontitud, en tanto que la custodia respondía el fuego y evacuaba sus propias bajas: 2 hombres muertos y 4 heridos. Según fuentes israelíes, el propósito no era asesinar a ninguno de ellos (de haberlo querido, los habrían matado). A Abu Mazen, advertirle que no busque el diálogo con israelíes y norteamericanos. Y a Dahlan, que no es él quien manda en Gaza.

En los días subsiguientes, Abu Mazen intentó consensuar, sin éxito, al conglomerado de 13 facciones palestinas; en tanto que Muhammad Dahlan preparaba una posible “vendetta”. La Fuerza 17, cuerpo selecto y guardia pretoriana de Yasser Arafat, fue rechazada para escoltar al muevo presidente ante la certeza de que varios de sus miembros estuvieron involucrados en los hechos del 14-11, en tanto que Mussa Arafat –que llamativamente no estuvo en el acto, pero sí lo estuvo su custodia- iba camino a convertirse en el blanco más probable del humillado Dahlan.

Conclusión.

Aún es prematuro para aventurar la evolución de los hechos, pero resulta claro que la sucesión del “rais” no será menos compleja ni turbulenta que lo que se ha venido especulando por años. Pero también es cierto que una ventana de oportunidad se ha abierto para la paz. Ojalá que los palestinos no la cierren una vez más.


Diciembre de 2004
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