Comunidades


Periódico Judío Independiente
Entrevista a Norman Erlich
“Mi nacimiento fue un hecho de humor”

Por Johana Klinkovich
Ya lejos en el tiempo, cuando daba sus primeros pasos en el teatro idish, y con 50 años de profesión a cuestas, Erlich es uno de los máximos exponentes del humor en español y cuenta con un reconocimiento mundial. Actor, director, autor y productor, se anima a todo y todavía va por más.

Vecinos sin saberlo, nos juntamos con Norman en un barcito por estos pagos. Contento por su descubrimiento de “un lindo bar por la zona” y café de por medio, charlamos sobre sus inicios, su carrera, su familia y sus sueños. Vi en él a un hombre con una visión crítica, pero con un sentido del humor capaz de suavizar los sinsabores de la vida, lo cual le permitió reírse en lugar de llorar.

El humor cambia con el tiempo y vos tenés una larga trayectoria, cómo te vas renovando desde ese lado?
La materia prima es la misma, lo que cambia es el enfoque. Lo importante es irse actualizando y no quedarse con viejo material de hace 10 años. Mi inquietud es siempre esa, renovarme no todos los días, sino por programas. Es difícil la búsqueda del estilo que quiero, porque hay humor de muchos tipos, pero hay un cierto tipo que me he impuesto para mí.

Sentís que te limitó artísticamente que te encasillaran como “el humorista judío”?

En un principio si, pero era mi medio de defensa. No te diría que me cercenó, pero me brindaba un mercado muy chico, trascender con ese humor en el mercado no-judío no era fácil, pero tampoco buscaba otra cosa porque estaba muy cómodo. Además, en los ´50 éramos medio millón y con la actividad cultural que tenían las instituciones, había un campo tremendo. Con el tiempo, se fueron muchos y se fueron achicando las comunidades, lo que hizo que buscara por otros caminos. Y se me dio, me fueron llamando de la televisión, de teatros, para actuaciones individuales para entidades no judías y ahí se reinvirtió la torta. Hoy en día el 70% de mis actividades son para entidades no judías y apenas el 30% para judías.

Tuviste que incorporar otro tipo de chistes, no?
Claro, fui el primero y el único -y aún lo sigo siendo- que se dedicó a la investigación e indagación del humor judío. Pero, con respecto a mi apertura, fue un proceso simultáneo. Por un lado yo me abrí y por el otro el público empezó a aceptarme.

De dónde sale la idea de ser comediante?
Desde que nací, hasta mi nacimiento fue un hecho de humor. Siempre digo que mi mamá no se internó para tenerme, sino cuando me vio. Lo de ser comediante fue algo natural, el cómico no se hace, nace. Es una vieja frase muy trillada, pero es así.

Y tu familia apoyó la decisión?

En un principio no, pero no podían oponerse, aunque no les resultaba gracioso que fuera cómico. Estaba en 2do año de bioquímica, cuando me llamaron para hacer teatro en ydish en el Solei. Entonces abandoné la facultad, pero no por el teatro sino porque en el fondo no me interesaba. Aparte el teatro me ofrecía un terreno profesional, trabajábamos de martes a domingos, viajábamos al exterior, era una profesión full time. Se ensayaba de tarde y se trabajaba de noche, no había lugar para otra cosa.

En algún momento de la vida, es común que agarren crisis con respecto a la profesión o vocación, a vos te pasó?
Todos los días. Esta es una profesión que no te da ninguna seguridad ni trabajo de continuidad en ningún momento. Ser actor es tener una actividad free-lance toda tu vida, es ir a golpear puertas, presentarte, enviar curriculums, ir a todos los castings y después esperar a que te convoquen. Aunque también está lo que hice yo, que me independice en cierta manera haciendo unipersonales. Con el stand-up empecé en el `78 y lo hice por dos razones. La primera es que me resultaba fácil hacerlo. Es muy difícil hacer stand-up en serio, porque uno puede hacerlo en el baño, en el patio, pero en un teatro tenés que contar con buen material y hacer que el público vaya a verte. Y la segunda es que con el tiempo te das cuenta que manejas un estilo propio y que no dependes de que te llamen, entonces te convertís en tu propio empresario. Eso me dio un gran margen de independencia.

Qué satisfacciones te trajo tu carrera?
Las únicas satisfacciones que tuve son las de mi carrera, exceptuando a mi familia. Trabajar en el teatro y gustar, que la gente te reconozca, te apoye y te aplauda, es un producto del esfuerzo que lleva toda una vida. La particularidad de este trabajo es que al plomero, cuando termina de arreglar un caño, no lo aplauden, en cambio acá, si estás 10 minutos y no te aplauden ni se ríen, no cumpliste con tu función. A la vez, tus exigencias son mayores.

Y te pasó de estar triste y no tener fuerzas para hacer el show?
Muchas veces, y ahí en donde se nota el profesionalismo de cada uno. Ser un profesional no es ir solamente a que el público te aplauda sino es tener una convicción, como la tiene el médico. Además, el humor es terapéutico.

Se dice que muchos humoristas son serios en su vida cotidiana, a qué se debe?
Los humorista somos como unos analistas sociales, vivimos observando y tenemos una visión especial de las cosas, somos muy criticones, a todo le encontramos algo. Además nos exacerban muchas cosas que tallan en la mediocridad y en la simpleza. A mi no me molesta que un tipo sea simple, sino que sea un tarado. En nuestro país todo es difícil y eso te exacerba. Pero yo no hago humor político, porque para mi eso no tiene ninguna importancia en el escenario. No hago ese tipo de humor porque no me interesa y porque en el fondo los detesto. Sí me importa lo que me rodea, mis hijos, la gente, lo cotidiano, las colectividades en general, eso me interesa.

Actor, humorista, director, productor, qué rol te atrae más?
Básicamente el de actor, que es en el terreno donde más incursioné y en el cual he hecho varias actividades. Incurrí en todos los géneros y me gusta todo, aunque mis preferencias son la comedia y el musical, que es un género precioso.

Cuando salís de gira al exterior, en qué idioma das los shows?
Mis espectáculos son en castellano porque prefiero que mi idioma de actuación sea realmente el mío. Cuando me dicen de ir a Estados Unidos a hacer shows en inglés, me niego porque hay 30 mil tipos que hacen humor en inglés y muy bien, pero hay sólo uno que lo hace en español, y ese soy yo. Mis shows son para todos, porque no uso argentinismos y toco una temática de amplio alcance. Actué en muchos países como México, Chile, Uruguay, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Israel, España y eso es el mérito del empresario que tengo dentro. Ahora estoy más cansado, pero todas esas giras internacionales las promoví yo. Es muy difícil hacer los contactos para montar los shows, que te contesten, que cumplan con el arreglo. Además las comunidades judías de América latina están en crisis, pero no económica, sino sociocultural. Y en la Argentina ni que hablar, hay personas judías en el interior que están muertas y no lo saben todavía. Yo no creo que lo económico esté tan ligado a la cultura, se puede ser muy pobre y ser muy interesado en la cultura.

Pero la sociedad actual no fomenta eso. Alguna vez pensaste en irte?
En el ´90 a Estados Unidos, pero justo empezó a haber mucho movimiento, entonces me quedé. Aparte acá tenía una familia y todavía tenía mi madre. Esto, como país, está hecho un desastre, pero hay muchos amigos y afectos. Además Buenos Aires es una ciudad muy linda que si fuera humanamente aceptable, sería fantástico, sólo que ahora es un infierno y va a llevar tiempo arreglarla. Igualmente, aún estando así la situación, Argentina promueve mucho la cultura y es el más avanzado de Latinoamérica.

Por último, algún sueño que te quede por cumplir?
Con 50 años de actividad, se han cumplido muchos sueños. Hice teatro, varietté, comedia, cine, TV, radio, miles de shows y viajar por el mundo haciendo lo que me gusta, es un trabajo y un sueño a la vez. Lo único que tengo pendiente es un programa propio de televisión, pero a esta altura del partido no creo que se de, aunque a lo mejor haría mi último esfuerzo el año que viene.

25 de Agosto de 2004 - 8 de Elul de 5764
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