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Periódico Judío Independiente
Los judíos argentinos ante el Bicentenario
Un encuentro con la historia

Por Alan Benchoan / Comunidades
En oportunidad de conmemorarse el Bicentenario de nuestro país es bueno aproximarse a los hechos que condujeron a que nuestros bisabuelos llegaran a estas costas. Luego de una fructífera pero ya agotada colonización agrícola, los judíos argentinos se urbanizaron y lograron desarrollarse y aportar a la sociedad siempre bajo la sombra de un antisemitismo latente y persistente .

En pocos días, precisamente el 14 de agosto, se cumplen 121 años de la primera gran migración de judíos a la Argentina. En 1889, llegó al país el vapor S.S. Wesser, de bandera alemana, con 138 familias a bordo (800 personas) conducidas por el rabino Aarón Golman.

La incertidumbre y el desarraigo eran superados por las esperanzas de dejar atrás una fatídica época caracterizada por altos impuestos en su país de origen, impedimentos para ejercer libremente sus trabajos, pobreza, pogromos, antisemitismo, expulsiones y persecuciones, entre otras cosas.

Luego de arribar al país, se enteran que sus tierras adquiridas a la distancia, no estaban disponibles. Por ende, iniciaron un largo trayecto en tren, buscando una tierra donde fuera posible cosechar, pese a que no tenían conocimientos de agricultura.

Después de varios intentos, lograron adquirir las tierras de Palacios, en Santa Fe, ubicada en la comuna que aún se conoce con el nombre de Moisés Ville. El mote, puesto por ellos mismos, era un deseo de repetir la historia del profeta Moisés, quien sacó a los judíos de la esclavitud de Egipto y ahora ellos soñaban vivir libres de persecuciones".

Se cree que en el Siglo XVI, ya habían llegado judíos escapándose de España y Portugal, donde comenzaba la inquisición. Luis Franco, poeta y ensayista argentino, aseguró que en abril de 1619, llegaron a Buenos Aires una gran cantidad de pasajeros de origen judío, provenientes de Lisboa y Lima. Gran parte de estos inmigrantes se dedicaron a trabajar como agrónomos, ingenieros, obreros, estancieros e industriales.

La historia no encuentra datos históricos de los inmigrantes judíos reunidos como grupo de rezo, hasta 1862, acercándose la festividad de Pésaj. Este grupo, pensó en reunirse en una entidad comunitaria, creando la Congregación Israelita de Buenos Aires, más adelante llamada Congregación Israelita de la República Argentina, ubicada en la calle Libertad. Se fundaba la primera sinagoga del país.

En 1890, el presidente argentino, Julio A. Roca, lanzó un plan de inmigración, que consistió en pagar los pasajes a todas aquellas personas que deseaban habitar el país.

Como consecuencia, llegaron al país, entre 1891 y 1896, 20.100 judíos, provenientes de Rusia, Rumania, Ucrania, Polonia, Lituania y Marruecos, instalándose en su gran mayoría en Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe. Más tarde, en Buenos Aires, dieron origen a la colonia de Carlos Casares, en la provincia de Bs. As.

Muchos de esos inmigrantes, adquirieron tierras a través de la Jewish Colonization Association (fundado por el Baron Hirsch), y establecieron pequeñas colonias agrícolas en el interior del país (Santa Fe y Entre Ríos). Los habitantes de estas colonias rurales judías, son conocidos culturalmente bajo el nombre de Los Gauchos Judíos a raíz de un libro con ese título de Alberto Gerchunoff (escritor y periodista ruso-argentino).

El mote, refiere a los hombres que sin resignarse a su cultura y fe judía, se fueron incorporando al estilo del hombre del campo.

En 1891, judíos marroquíes, fundaron la Congregación Israelita Latina, ubicada en la calle Artes 300 (hoy C. Pellegrini), siendo la primera entidad sefardí de la Argentina. En 1894, los judíos llegados de Europa Oriental, crearon, también en Buenos Aires, la Jevra Kedusha, llamada actualmente AMIA.

Entre 1906 y 1912, la inmigración judía aumentó a un promedio de 13.000 personas por año y para 1920, aproximadamente 150.000 judíos vivían en la Argentina.

A partir de la llegada de Hitler al poder,[] oleadas de inmigrantes judíos llegaron desde Alemania y del resto de Europa. Argentina, fue el país latinoamericano que incorporó más refugiados judíos entre 1933 y 1945. A partir de los años ´30, alrededor de 45.000 judíos europeos llegaban, y la mitad de manera ilegal.

En 1933, el país desarrolló una política migratoria antisemita destinada a evitar la inmigración de judíos y a negarles refugio ante las persecuciones que sufrían en Europa.

En 1938, el canciller José María Cantilo, firma “La Circular nº 11”, destinada específicamente a detener la entrada al país de judíos europeos que huían del régimen nazi. En Francia, al mismo tiempo, nuestro país participaba de la Conferencia de Evian, que intentaba encontrar un destino seguro para los refugiados judíos que huían de Alemania.

La Circular 11, fue descubierta a fines de los noventa, por la investigadora Beatriz Gurevich de la Comisión de Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina (CEANA). La Circular, se encontraba “perdida”, en la embajada argentina en Estocolmo en Suecia.

Finalmente, fue derogada el 8 de junio de 2005.

En las décadas del ´50 y ´60, una organización fascista con vínculos políticos (llamada Movimiento Nacionalista Tacuara), dio inició a una serie de campañas antisemitas con vandalismo en las sinagogas y profanaciones en los cementerios judíos.

Estos actos, fueron el comienzo de una persecución esporádica contra los judíos. Con el correr de los años, se agravaron a punto tal de padecer dos grandes atentados terroristas en los años ´90. El ataque a la embajada de Israel, en 1992 y contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) en 1994.

En la actualidad, y ayudado por la creación del Estado de Israel, en 1948, la inmigración comenzó a disminuir, optando el judío por instalarse en el nuevo Estado hebreo.

Entre 1995 y 2002, debido a la crisis económica, al grado elevado de antisemitismo y al terror por un nuevo atentado, alrededor de 4.400 judíos argentinos, decidieron ir a vivir a Israel. A pesar de la baja de judíos en el país, la comunidad hebrea, en cantidad, es la tercera más grande de América (después de Estados Unidos y Canadá), y la más grande de América Latina.

Se calcula que el 1,4% del total de los judíos del mundo viven en este país, y el 80%, reside en Buenos Aires y Rosario. Cerca del 85% del total es asquenazí, (provenientes de Europa), mientras que el 15% restante, sefardí, (venidos de Siria y Turquía).

La ubicación de los judíos tiene barrios caracterizados dentro de la Capital Federal, como ser Balvanera, Villa Crespo, Belgrano, Barracas, Flores, entre otros.

Desde la llegada de los primeros judíos a la Argentina, hasta el día de hoy, los inmigrantes han elegido este país por su sociedad receptora. A pesar de todos los actos de antisemitismo, podemos recalcar que el judío siempre se sintió identificado con la República Argentina.

Fueron cambiando sus trabajos, agregando culturas desconocidas y manteniendo sus formas de vida. Llegaron dedicándose a la artesanía y a la agricultura. Hoy en día, también encontramos empresarios, técnicos y obreros de la industria textil, química y farmacéutica, además de tener personalidades destacadas y famosas en todas las especialidades y las artes.

Escritores como Alejandra Pizarnik, Alberto Gerchunoff, Juan Gelman y Marcos Aguinis; filósofos como Tomás Abraham, sociólogos como ser Adrián Paenza, músicos como Daniel Barenboim, Alejandro Lerner y Andres Calamaro, comediantes como Tato Bores y Jorge Guinzburg, y el judío argentino más destacado de todos, César Milstein, uno de los tres premios Nobel de ciencias con que cuenta el país.

En esta resumida lista, vemos que los judíos argentinos se han destacado en arte, música, deportes, sicoanálisis, ciencia, etc. De esta manera, podemos entender la frase en hebreo “GAM TZU LE TOBA” (todo es para bien), dado que si los judíos no se hubieran ido de sus países de origen expulsados, sus hijos y nietos no serían famosos en nuestro país.


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