En estos desgraciados días que nos han tocado vivir a judíos y palestinos -con muertes estériles de ambos bandos- es pertinente esclarecer realmente a la opinión pública con hechos y dichos concretos, efectuados por ambas partes, de una guerra que -con inte-rrupciones- lleva varios años.
Una buena parte de la prensa mundial ha arrojado veneno corrosivo contra el ejército de Israel. Muchos de esos medios obran por defensa de intereses espurios, otros por un odio al judío -el que es inextinguible- y otros por una ignorancia acunada por una visión parcializada del problema.
No falta algún impresentable y ponzoñoso piquetero, asaltador de comisarías, a quién un periódico del prestigio de La Nación le da prensa para acusar a Israel de “Estado nazi”.
Más aún, el hombre encabezó un “escrache” contra la Embajada de Israel en el que uno de los concurrentes admitió haber percibido ciento cincuenta pesos por asistir al “acto”.
La guerra de los israelíes no es contra los palestinos, sino contra fanáticos que adoran más la muerte que la vida, que otra cosa no es el Hamas. En Cisjordania viven cerca de un millón de palestinos sin ningún problema con sus vecinos israelíes.
Hace tres años Israel le devolvió Gaza a los palestinos y la desgracia se apoderó de la región cuando en esta ganaron las elecciones los hombres (???) de la organización te-rrorista.
El Embajador palestino en nuestro país acusó a Israel, en una reciente entrevista radial llevada a cabo por el periodista Nelson Castro, de NO TENER CONSTITUCIÓN.
La primera respuesta que surge a flor de labios es: La Constitución de un país, quiera tenerla o no, es un resorte interno de ese país y no es de incumbencia de terceros. Pero ya que el diplomático palestino –devenido en abogado constitucionalista- habla de constituciones, es pertinente recordar lo que dice la Carta Magna de la organización HAMAS, aprobada en agosto de 1988. En uno de sus artículos, que se reproduce a continuación, se establece:
"El Día del Juicio Final no llegará hasta que los musulmanes luchen y maten a todos los judíos que se esconden detrás de piedras y árboles. Las mismas piedras y árboles dirán, ¡Oh, musulmanes! Hay un judío detrás de mí. Ven y mátalo".
El texto es tomado de la versión oficialmente publicada por las Naciones Unidas de la Constitución de Hamas el 6 de julio de 2006.
¡Éste es el MEIN KAMPF de HAMAS! sin ninguna posibilidad de mal entendido. No es musulmán, ni árabe, ni palestino, sino el de Hamas.
Es decir el objetivo básico de estos asesinos están escudados en una religión – y quien esto escribe admite no haber leído el Corán- que seguramente santifica la vida, como el judaísmo y el cristianismo, como premisa básica.
¿Qué no hubiera dicho la prensa mundial si “el estado nazi” de Israel hubiera escrito en su no escrita carta Magna que el objetivo fundamental es exterminar a los musulmanes del planeta?
Mientras tanto la izquierda “paqueta” sigue destilando veneno antisemita (de la derecha no se escucha hablar mucho los últimos tiempos, pero ya se sabe como piensa, puesto que sus adherentes nacieron de un cigoto, que lleva colgado una svástica. Desde la cuna guardan su tirria contra los circuncidados no musulmanes).
El otro personaje impresentable es uno de los fogoneadores del Hamas, el presidente de Irán, quien lisa y llanamente desea borrar del mapa al Estado de Israel y de paso niega el Holocausto.
Es dable recordar que cuando el General “Ike” Eisenhower en 1945 entró en uno de los vergonzosos campos –Dachau- al ver el vomitivo escenario con cadáveres encimados, ordenó que se tomaran todas las fotos posibles como evidencia, tras agregar: “Debe quedar testimonio de todo esto, pues no faltará dentro de cincuenta años algún imbécil que diga que todo esto nunca existió”.
Dicho sea al pasar su padre se llamaba Jacob David Eisenhower y el libro del año de la Academia de West Point de 1915, año de su graduación, tiene su foto caratulada con el sobrenombre “IKE, EL TERRIBLE JUDÍO SUECO”.
“EL TERRIBLE JUDÍO SUECO” se adelantó al tiempo. El ímbécil previsto llegó unas décadas más tarde.
Y hablando de Irán, cabe formularse esta aseveración: El lamentable derecho a hacer la guerra está permitido para cualquier nación.
Pero ¿prevé la Carta de las Naciones Unidas, que uno de sus miembros manifieste que uno de sus objetivos es borrar del mapa a otra nación?
¿Puede esta nación sentarse en la mesa de deliberaciones con semejante premisa a dialogar con sus pares?
¿Si el Presidente de Israel, Simón Peres, hubiera declarado que el objetivo de este país es “borrar del mapa a Irán”, qué hubieran expresado los medios del mundo?
De acuerdo con Hamas e Irán hay que eliminar a los judíos y al Estado de Israel. No sea cosa que los hebreos generen a otro Moisés, Jesús, Freud o Einstein, con lo cual provocarían un irreversible daño a la especie humana…
Mientras tanto del lado que los judíos no quieren eliminar seguirán generando terroristas o algún otro Bin Laden, verdadero benefactor de la humanidad…
Y no faltará algún jefe de estado como Rodríguez Zapatero, que entonces no ostentaba el mando, cuando su país sufrió en carne propia en Atocha 191 muertos y 1858 heridos, el efecto de estos guerrilleros, que se pondrá un símbolo árabe de adhesión a los terroristas…
Hace muchos años habían enfermedades incurables: claro ejemplo de ello son la polio-mielitis y la viruela ya afortunadamente derrotadas.
Dentro de unas décadas no existirá más el sida, el alzheimer será historia, la diabetes será finalmente controlada y el cáncer figurará en los libros de medicina como una rareza histórica.
Sin embargo para entonces habrá una enfermedad que tiene sinonimia y que todavía no podrá ser erradicada. Ataca a enfermos irremediables y terminales.
Desde fines del siglo XIX se llama antisemitismo. Con el nacimiento de Israel, la enfermedad mutó de nombre: ahora es antiisraelismo.
Desde Abraham es perfectamente identificable como judeofobia…
A los judíos les queda un consuelo. Jean Paul Sartre supo decir algo concomitante con lo arriba expresado: “Hay dos cosas que nunca desparecerán: el judaísmo y el antisemitismo”.
Cuando se apague la luz en el planeta (Todavía el sol nos asegura cinco mil millones de años más de luz) quedarán dos seres humanos: un judío y un antisemita. Éste último dirá que tiene un amigo judío. No será otro que el último en apagar la luz…
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