Mientras que la población alemana se ocupa obsesivamente del sufrimiento de la población alemana durante la Segunda Guerra, surgió a luz uno de los más terribles secretos mejor guardados de la era de los campos de concentración:el uso que las SS hicieron de miles de mujeres judías y no judías como esclavas sexuales. Su número oscilaría en 35.000 y fueron abusadas por los soldados y guardianes de los campos. Estas esclavas fueron reclutadas en todos los países capturados por los nazis y sirvieron para ellos como fuente de ingresos.Se trata de un capítulo oscuro de la historia de la Alemania nazi que no fue muy conocido en especial por la negativa de las mujeres mancilladas para contar, por temor y verguenza, lo que les pasó en la guerra. También sobrevivientes e historiadores evitaron dedicarse al tema. "La prostitución forzosa también fue aprovechada por no pocos detenidos",dice Igreg Skribleit, director del museo del campo de concentración de Flusberg, en Alemania. "Fue un hecho que no concordaba con la concepción general que se tiene de los campos de concentración o de exterminio",dice.
Muchos sobrevivientes no hablan no hablan de este tema por temor a que la gente piense que pasó allí algo más terrible. Los propios alemanes no tenían intención alguna de develar el tema. En los años 90, cuando mujeres sometidas por el ejército japonés en la guerra luchaban por sus derechos, hubo también en Alemania una discusión pública acerca de la prostitución forzada de los SS pero el tema no avanzó. Ahora el muro empieza a caer. El canal COF de la TV alemana acaba de emitir un documental que presenta el uso sistemático y organizado que hizo la SS con las esclavas sexuales. No se trata de hechos aislados sino de un sistema creado por órdenes de la SS y que permitió engrosar la caja de esta organización demencial. Hasta el momento ninguna mujer llevó a cabo acciones legales contra Alemania por el daño sufrido. Para los SS había una contradicción entre el apego a la ideología del cuidado de la pureza de la raza y la necesidad de satisfacer los instintos de los soldados en el frente, en los países conquistados y en los campos de concentración. En las primeras etapas de la guerra los nazis se abstenían de acercarse a las mujeres judías pero rápidamente vencieron sus reservas y las limitaciones de las leyes de Nuremberg. En la retaguardia los acercamientos eran castigados pero en el frente los SS tenían sus reglas. Los nazis trataron a estas mujeres como botín de guerra.
Yan Liban, uno de los sobrevivientes de la Lista de Schindler, recordó en la TV alemana como las SS capturaban mujeres y las llevaban a los prostíbulos. La TV alemana logró ubicar a varias mujeres sometidas por los nazis. Varios testimoniaron de incognito. A los 65 años del fin de la guerra continuan los reportajes y las declaraciones de los victimarios y víctimas.
La prostitución obligada no sólo fue instrumentada por placer cínico de los nazis sino por necesidades económicas y como excusa para estimular el trabajo esclavo en los campos de concentración. En 1942 el directorio de la firma E.G.Farben, que utilizaba centenas de esclavos, le pidió a los líderes de la SS un permiso para autorizar a los "trabajadores sobresalientes" a que sean "premiados" con asistencia a los burdeles. Himmler aceptó y en cada campamento se erigieron burdeles en lugares reservados. El campo de concentración de mujeres de Ravensbruck sirvió de "fuente de abastecimiento" de mujeres para las SS. Olga Lotar, que llegó al campo como prisionera política, recuerda la selección que se hizo con las mujeres. "Llegaron oficiales de la SS y comenzaron a mirar a las mujeres. Las clasificaban por peso, altura,color de cabello; para diversos gustos. Al principio los nazis engañaron a las mujeres y les decían que si trabajaban 6 meses como prostitutas serían liberadas. Varios creyeron estas promesas pero luego se dieron cuenta de las mentiras. Luego de ser utilizadas las devolvieron desechas a Ravensbruck. Regresaban con el cuerpo roto y los ojos apagados",dice Lotar. "Perdieron todo atisbo de esperanza. Su mundo fue destruido y no tenían voluntad para vivir". Muchas mujeres jamás se atrevieron a contar las humillaciones que sufrieron en los burdeles de las SS. El testimonio dramático de una de las esclavas sexuales en Mathausen echa luz sobre las terribles condiciones: "En las cabañas había pequeñas habitaciones con números. Los hombres antes y después de cada visita se descontaminaban. Cada mujer recibía por día entre 10 a 20 hombres. Los guardianes de las SS nos vigilaban por pequeñas agujeros en las puertas. Los hombres debían pagar a los oficiales que se quedaban con el dinero".
Los nazis llevaban un registro detallado de los "clientes" que visitaban los prostíbulos y de sus ingresos. Cada visita la cobraban en Reichmark.
Otro capítulo develado de la infamia nazi.
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